Una posible descertificación a Colombia: qué es y por qué las empresas deben entender sus implicaciones

La descertificación, conocida como Major’s List en inglés, es un mecanismo contemplado en la Ley de Asistencia Extranjera de 1961 (modificada en 1986, 1988 y posteriormente), mediante el cual el presidente de Estados Unidos evalúa anualmente los esfuerzos de países considerados productores o rutas de tránsito de drogas ilícitas. Si un país “falla demostrablemente” en sus compromisos antinarcóticos, puede ser incluido en la Major’s List como no cooperante.

Aunque no implica sanciones automáticas, la descertificación puede generar consecuencias concretas contempladas en la ley: suspensión parcial de asistencia externa, afectaciones en las relaciones multilaterales con bancos y otros organismos, y, en ciertos casos, impactos comerciales, si así lo considera el gobierno estadounidense.

Colombia ha sido certificada, con dispensas o waivers, durante más de tres décadas, excepto durante los años 1996 y 1997, en el gobierno del presidente Samper. Sin embargo, factores como el aumento del cultivo ilícito, la producción de cocaína y la falta de avances sustanciales en la lucha antidroga han reactivado el debate frente a la amenaza de una posible descertificación.

De acuerdo con el Departamento de Estado de EE. UU. (2025), si bien Colombia alcanzó un récord de incautaciones de cocaína (960 toneladas, un aumento del 23 % frente a 2023), el cultivo de coca creció en un 10 %, alcanzando 253.000 hectáreas, y la producción de cocaína pura llegó a niveles históricos. Hoy, Colombia es el mayor productor mundial tanto de cultivos de coca como de cocaína.

¿Qué implicaciones tendría para las empresas colombianas una posible descertificación?

Desde el punto de vista comercial, la descertificación no implica la imposición de aranceles. No obstante, puede generar incertidumbre, barreras indirectas al comercio y afectar la percepción de los mercados internacionales. La suspensión o ralentización de programas de cooperación (USAID), la reducción del respaldo de organismos multilaterales y el aumento del riesgo país son efectos posibles, incluso sin medidas explícitas.

Además, la administración Trump ha anunciado públicamente un arancel adicional del 10 % a las importaciones de países que se alineen con las políticas del bloque BRICS, sin distinción. Aunque Colombia no es miembro, su posible acercamiento y solicitud de ingreso al Banco de los BRICS han generado inquietudes en el plano diplomático y comercial, especialmente por el impacto que esta medida podría tener en sectores altamente dependientes del mercado estadounidense.

Adicionalmente, el presidente Trump anunció que impondrá nuevos aranceles del 30 % contra México, que entrarían en vigor a partir del 1 de agosto. Este anuncio lo hizo a través de sus redes sociales, en las que reiteró que México “no ha hecho lo suficiente” para asegurar la frontera entre ambos países y frente al tráfico de fentanilo hacia EE. UU. Trump también aseguró que “México aún no ha detenido a los carteles que intentan hacer de toda Norteamérica un patio de juegos del narcotráfico”.

¿Una descertificación simbólica? Lo que sí y lo que no pasaría

El antecedente de la descertificación durante el gobierno del presidente Samper nos lleva a otra época y otras circunstancias: se suspendió la ayuda bilateral, se bloquearon los préstamos de la banca multilateral, se impusieron restricciones de visas, así como otras limitaciones diplomáticas y de cooperación. Aunque no se impusieron aranceles, la percepción internacional de riesgo aumentó y se dificultó el acceso a financiamiento, tanto para el sector público como para el privado.

Actualmente, un escenario similar no puede descartarse. La ley prevé tomar acciones por “seguridad nacional”, por lo que cualquier tipo de sanción o medida comercial está sobre la mesa. Sin embargo, a la fecha, es incierto qué tipo de medidas tomará el gobierno estadounidense, aunque se espera que, gracias a la “diplomacia del sector privado”, estas sean graduales y tomen en cuenta las consecuencias devastadoras para el sector exportador y, en general, la economía colombiana.

Claves para fortalecer la resiliencia empresarial

Las compañías colombianas con alto nivel de exposición al mercado estadounidense pueden fortalecer su resiliencia mediante medidas anticipadas como:

  • Obtener certificaciones internacionales (BASC, ISO 37001, OEA, CTPAT)
  • Aprovechar mecanismos existentes como Plan Vallejo, Comercializadoras Internacionales, zonas francas, drawback y TLC vigentes
  • Incluir cláusulas contractuales para distribuir el riesgo político
  • Utilizar seguros internacionales ante riesgos regulatorios y comerciales
  • Fortalecer relaciones con cámaras binacionales y foros empresariales en EE. UU.
  • Explorar destinos logísticos y comerciales alternativos, incluyendo el Caribe y Puerto Rico

La relación bilateral en cifras: un vínculo económico estratégico

La relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos se caracteriza por una amistad de más de 200 años, y ese país es nuestro principal socio comercial e inversionista. Colombia y Estados Unidos tienen una de las relaciones comerciales más consolidadas. El mercado estadounidense no solo ha sido históricamente el principal destino de las exportaciones colombianas, sino también una de las principales fuentes de importaciones estratégicas, inversión extranjera directa y cooperación económica. Esta interdependencia ha configurado cadenas de valor integradas, flujos logísticos estables y oportunidades de acceso preferencial al mercado norteamericano en sectores clave.

Entre enero y abril de 2025, las exportaciones colombianas hacia Estados Unidos alcanzaron los US$4.886 millones, consolidándolo como el principal socio comercial del país en ese período. Este comercio, sin embargo, presenta una alta concentración: 32 empresas generaron el 65 % del valor exportado, y más del 90 % de las ventas externas provinieron de sectores como petróleo, oro, café, flores y banano.

Durante el mismo período, el aprovechamiento de instrumentos de facilitación comercial ha sido limitado. Solo 13 empresas utilizaron el Plan Vallejo; ninguna aparece registrada como usuario calificado en zonas francas; y apenas 9 se encontraban operando como Comercializadoras Internacionales. Estos mecanismos, disponibles en el régimen de comercio exterior colombiano, ofrecen ventajas operativas, tributarias y logísticas que pueden ser relevantes en contextos de incertidumbre comercial.

En cuanto a las importaciones, entre enero y marzo de 2025, Colombia compró bienes desde EE. UU. por un valor de US$3.746 millones. En 2024, las importaciones provenientes de este país alcanzaron los US$15.526 millones, destacándose productos como gasolina sin plomo, maíz amarillo, gasoil, gas natural, aceites, residuos de soya, medicamentos, carnes y aviones.

La relación bilateral también se refleja en los flujos de inversión extranjera directa. Según ProColombia, entre 2012 y junio de 2024, Estados Unidos representó el 41,8 % de la IED recibida en Colombia. Bogotá, Antioquia, Atlántico y Valle del Cauca concentraron el 73 % de estos recursos. Los sectores con mayor participación en proyectos fueron servicios de negocios (88), software y servicios TI (85), comunicaciones (41), servicios financieros (24) y productos de consumo (23).

Reflexión final: una relación estratégica que exige una visión desde la perspectiva empresarial

Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de Colombia: en 2024, las exportaciones nacionales hacia ese mercado sumaron US$14.336 millones, lo que representa más de un tercio del total exportado por el país. Además del comercio de bienes, la relación bilateral abarca inversión extranjera directa, transferencia tecnológica, integración de cadenas productivas y cooperación institucional en distintos niveles.

Frente a escenarios inciertos como una descertificación, es clave que las empresas colombianas no solo estén informadas, sino que activen herramientas para mitigar riesgos y actúen estratégicamente. Colombia cuenta con mecanismos como el Plan Vallejo, las zonas francas, las Comercializadoras Internacionales, los tratados de libre comercio y los acuerdos bilaterales vigentes. Usarlos estratégicamente puede traducirse en beneficios tributarios, mejoras logísticas y mayor competitividad internacional.

Cuidar esta relación no es tarea exclusiva del Gobierno: es un esfuerzo compartido que requiere preparación empresarial, visión a largo plazo y la activación oportuna de instrumentos disponibles. La resiliencia comienza por la acción.

Artículo elaborado por Araújo Ibarra Consultores en Negocios Internacionales.

Fuentes

 

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