La economía mundial vive una transformación profunda marcada por tensiones geopolíticas, el ascenso de nuevas potencias, la transición tecnológica y la reorganización acelerada de las cadenas globales de valor.
Las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) se encuentran en el centro de este cambio: deben ajustarse a un entorno más riguroso y competitivo, pero también tienen a su alcance oportunidades de expansión internacional que hace pocos años parecían lejanas.
En este escenario, el comercio electrónico transfronterizo se ha convertido en un eje estructural de la economía global. Su crecimiento anual promedio del 16% desde 2017 ha redefinido los modelos de consumo y distribución. Las ventas mundiales alcanzaron USD 3.59 billones en 2023 y superarán los USD 6.48 billones en 2029 (Statista, 2024). Más de 2.3 billones de personas compran hoy en línea, una cifra que llegará a 3.6 billones en los próximos años.
Para las MiPymes, el e-commerce dejó de ser un canal suplementario. Se consolidó como una plataforma que facilita el acceso directo a consumidores internacionales, reduce intermediarios, integra medios de pago globales y permite competir de manera más informada gracias al análisis de datos. Grandes plataformas —como Amazon, JD, Walmart, Apple, Shein, Taobao o Pinduoduo— moldean la dinámica de estas transacciones, mientras que actores tecnológicos como Apple, Microsoft, Nvidia y Google impulsan las capacidades que habilitan este ecosistema. La transición hacia billeteras digitales y mecanismos de pago A2A será predominante en el comercio minorista global hacia 2027.
Un escenario regulatorio en transformación
El dinamismo del e-commerce ha venido acompañado por reformas regulatorias profundas que buscan equilibrar el mercado frente a desafíos como la entrada masiva de productos de bajo valor, la subfacturación y los riesgos asociados a la falta de trazabilidad.
En Estados Unidos, el régimen de De Minimis —que permitía ingresar paquetes de hasta USD 800 sin aranceles ni requisitos adicionales— se convirtió en un punto de tensión económica y política. El volumen récord registrado en 2024, con USD 64.6 mil millones en importaciones y 1.36 mil millones de operaciones (alrededor del 80% desde China), impulsó propuestas legislativas orientadas a modificar ese esquema. El 30 de julio de 2025 se oficializó la normativa que suspende el tratamiento libre de aranceles para los envíos postales, que entrará en vigor el 29 de agosto de 2025. Durante los primeros seis meses se aplicará una tarifa fija por paquete según la tasa IEEPA del país de origen; después, se adoptará un arancel ad valorem.
Esta reconfiguración ya está transformando las estrategias de abastecimiento de los retailers estadounidenses, quienes ahora buscan proveedores con mayor trazabilidad, cumplimiento normativo y menor exposición a riesgos regulatorios. Este giro abre un espacio para Colombia, particularmente en categorías donde la calidad, la sostenibilidad o el diseño diferenciado se han convertido en atributos valorados por el consumidor final.
En Europa, el fin de la exención arancelaria para paquetes de bajo valor se ha complementado con auditorías reforzadas, compras misteriosas y un énfasis en estándares ambientales como Ecodesign, Packaging Waste y Green Claims. Este entorno, exigente pero transparente, favorece a los países capaces de demostrar origen, sostenibilidad y cumplimiento, cualidades en las que diversas MiPymes colombianas han avanzado en los últimos años.
Mercados emergentes como Turquía y Sudáfrica también han ajustado sus políticas para proteger su producción local, reduciendo umbrales de minimis e incrementando aranceles, especialmente en sectores sensibles como la moda rápida. Esto abre oportunidades para bienes que compiten por diferenciación y calidad, una característica presente en múltiples
cadenas productivas regionales.
La confianza como motor de internacionalización
En medio de estas transformaciones, un factor se vuelve determinante: la confianza. La confianza en la calidad del producto, en la trazabilidad, en el cumplimiento regulatorio y en la reputación del proveedor. En América Latina, estudios recientes confirman la relación directa entre confianza y ventas en comercio electrónico (Correa et al., 2019).
Para las MiPymes, construir confianza no es solo cumplir normas; es fortalecer una ventaja competitiva que las diferencia frente a la informalidad y frente a la oferta ultrabarata que caracteriza parte del comercio digital global.
Una ventana real de oportunidades
Aunque los retos son evidentes, el contexto actual ofrece una ventana sólida para las MiPymes colombianas. Sectores como la moda con enfoque sostenible, los productos de belleza natural, la oferta de alimentos diferenciados, el diseño artesanal, la decoración con identidad y los servicios digitales exportables han mostrado dinamismo en los mercados internacionales y responden a tendencias de consumo verificadas.
De igual manera, la integración a marketplaces globales se ha vuelto esencial. Las plataformas internacionales, los centros de distribución regionales y las soluciones logísticas para entregas rápidas a Estados Unidos permiten que empresas pequeñas accedan a mercados antes inaccesibles. La logística, los pagos digitales y la predeclaración aduanera
están redefiniendo los costos y la forma de operar de las exportaciones de bajo volumen.
Finalmente, el cumplimiento regulatorio será un diferenciador clave. La trazabilidad digital, la sostenibilidad demostrable, la seguridad del consumidor y el cumplimiento fiscal y aduanero no solo evitan sanciones: abren puertas en los mercados más exigentes y generan relaciones comerciales más estables.
Conclusión
La reconfiguración global no debe verse como una amenaza, sino como una oportunidad para
que Colombia y sus MiPymes se posicionen como actores confiables en un mercado digital más amplio, sofisticado y regulado. El país cuenta con atributos valiosos: creatividad, sostenibilidad, identidad, innovación y una capacidad creciente para cumplir estándares internacionales.
Si estos atributos se integran con tecnología, formalización y estrategia digital, las MiPymes colombianas podrán aprovechar una de las mejores ventanas de internacionalización de la última década. El mundo está cambiando, y Colombia tiene bases sólidas para expandirse con coherencia, propósito y confianza.
En este contexto, es clave recordar que el comercio electrónico no pierde vigencia; por el contrario, sigue siendo un motor relevante de internacionalización. Sin embargo, medidas recientes entre ellas los cambios en el régimen de minimis en Estados Unidos muestran que el escenario regulatorio evoluciona rápidamente y que las empresas deben reformular modelos de negocio, estructuras logísticas y estrategias de entrada para aprovechar plenamente las ventajas arancelarias y competitivas que ofrece este canal.
Artículo para Bitácora No. 18 del Observatorio Nacional de la MiPyme de Juliana Villegas, directora de Promoción Internacional y Desarrollo de Negocios: Confianza para la expansión






