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A Colombia no llega la inversión china que busca reubicarse en América Latina

Puerto Antioquia, en Urabá, va a permitir subir de 2 millones a 7 millones de toneladas de mercancías para el comercio internacional. FOTO Manuel Saldarriaga

En su intervención en los Diálogos del Centro de Pensamiento de la Universidad EIA, el experto internacional Martín Gustavo Ibarra, presidente de Araujo Ibarra y Asociados, sostuvo que en el contexto de las tendencias globales que han impactado el comercio y la inversión en los últimos 23 años, Colombia cuenta, al menos, con 10 oportunidades de negocios en distintos sectores que, en particular, podrían ser aprovechados por los empresarios antioqueños.

De ese potencial hacen parte la electricidad verde, los vehículos eléctricos, los data centers, la salud, el turismo y la agroindustria, algunos de los cuales cuentan con algunas iniciativas emergentes en nuestra región.

Ibarra se refirió al enorme potencial que presenta Antioquia para capturar una parte importante de la estrategia de nearshoring o aprovechamiento de la relocalización de actividades estratégicas en América Latina provenientes de China, en lo cual el gran ganador es México.

Los datos del BID señalan que Colombia podría alcanzar los US$6.000 millones de potencial exportador, del total de los US$78.000 millones que corresponden a América Latina, si se considera la población de nuestro país. A juicio del analista global, Antioquia tiene todas las condiciones para sacar ventaja de esta plataforma, incluso por la vía de aprovechar complementariedades con México, tanto en su mercado interno como en el de Estados Unidos.

El Centro de Pensamiento de la Universidad EIA, facilitó una entrevista de EL COLOMBIANO con Ibarra, quien detalló algunas de las tareas que debe emprender el departamento de Antioquia para capitalizar las oportunidades.

El Centro de Pensamiento de la Universidad EIA, facilitó una entrevista de EL COLOMBIANO con Ibarra, quien detalló algunas de las tareas que debe emprender el departamento de Antioquia para capitalizar las oportunidades.

Desde que se empezaron a levantar las restricciones por covid se habla de los avances del nearshoring en Latinoamérica, pero ¿qué ejemplos concretos hay de empresas que se hayan relocalizado en Colombia o en Antioquia?

“El nearshoring ha tenido un gran impacto en América Latina y claramente los ganadores han sido México, Costa Rica y República Dominicana. En México han pasado de US$3.000 a US$4.500 de exportaciones per cápita y tenemos inversiones como la de Tesla, que supera los US$10.000 millones. Además, han llegado en los últimos 2 años 450 nuevos proyectos a México, del cual el 20% provienen de China. Lamentablemente, esa ola que ha llegado de manera importante a América Latina y que según el BID vale US$78.000 millones en inversiones todavía no ha tocado Colombia. Entonces no podemos registrar una nueva empresa ancla o una gran inversión ni en Colombia ni en Antioquia y es una lástima. Es una lástima porque yo creo que sí deberíamos ponernos como un propósito nacional el de preparar a Colombia como un todo y a través de sus regiones para que empresas anclas y nuevos negocios lleguen a Colombia con el nearshoring”.

Se insiste en la necesidad de atraer inversiones, pero en sectores claves como minería y petróleo el actual Gobierno no las quiere ¿cómo sortear esta coyuntura o habrá que esperar hasta 2026?

“Este Gobierno quiere la descarbonización del país, pero para producirse la descarbonización son indispensables ciertos minerales sin los cuales no puede haber descarbonización y me refiero especialmente al níquel, al aluminio y al cobre. Y Colombia tiene grandes reservas de níquel como lo vemos hoy en Cerro Matoso y también hay cobre y proyectos importantes de cobre en el Cesar y La Guajira. Yo creo que esos minerales que son indispensables para la descarbonización, así como eventualmente la atracción de una inversión de aluminio a Colombia, pueden estar dentro de los objetivos del actual Gobierno. El Gobierno ha dicho, es que no quiere minerales tradicionales como el carbón, entonces caben perfectamente minerales indispensables para descarbonización del planeta, para fabricación de vehículos eléctricos, en los cuales Colombia tiene reservas importantes aún sin descubrir”.

También se insiste en la transformación energética, pero en los últimos años solo ha entrado el 20% de los proyectos porque el licenciamiento ambiental y los conflictos con las comunidades impiden el avance. ¿Qué hacer en esta dirección?

“Definitivamente, el reto de Colombia es pasar de las energías no renovables a la energía renovable. Si vemos la balanza comercial de Colombia desde la apertura económica de 1991, el 50% de los US$800.000 millones que ha exportado el país son petróleo y carbón, 37,5% de petróleo y 12,5% carbón. Sin duda estos productos ya no van a tener ese brillo en el futuro, no solamente porque el Gobierno no los patrocine, sino porque el mundo va hacia un periodo de descarbonización. Y es aquí donde las energías renovables pueden ser el nuevo negocio de Colombia, no solamente porque las energías renovables, a diferencia de las tradicionales no viajan, sino porque además la nueva industrialización tendrá que venir a Colombia a buscar energías renovables. Pero, obviamente, se requiere una gran capacidad de coordinación y concertación para que hacer de estos proyectos una realidad. Es triste ver como parques eólicos en La Guajira están desmontando sus equipos para llevárselos al Perú, cosa que ya ha ocurrido. Por eso es fundamental una sincronización perfecta entre la intención del Gobierno de descarbonizar el medio ambiente con los permisos ambientales y las consultas a las comunidades para que ojalá dentro de este Gobierno sean una realidad”.

¿Y qué decir de una energía con enorme potencial verde y sostenible, como el hidrógeno, que cuenta con jugadores muy importantes en el sur de continente como Chile, pero nosotros seguimos detrás y apenas formulando algunas alternativas sin entrar en los proyectos concretos?

“El gran reto que tiene Colombia es superar la propuesta de Brasil y Chile como destino de las inversiones en hidrógeno verde y azul. De hecho, en Chile hay 63 proyectos identificados en hidrógeno, de los cuales 10 está en una fase avanzada de factibilidad. En Colombia, de acuerdo con la Cámara de Hidrógeno de la Andi, hay 43, de los cuales solo 5 se encuentran en una fase avanzada. Yo sí creo que Colombia tiene muchas posibilidades de nivelar o superar las propuestas que tienen Chile y Brasil, que son los dos grandes competidores en América Latina, por varias razones. La primera, por razones objetivas, pues en Colombia, en la costa Caribe colombiana tiene dos elementos fundamentales para producir hidrógeno verde, como son la luminosidad y el viento. En el caso de Chile, tiene el viento offshore en la Patagonia y la luminosidad también la tiene en el desierto de Iquique, y aquí tenemos concentrados esos dos elementos en un solo lugar. Pero además también tenemos 4.300 millones de toneladas de carbón enterrados en el Cesar y La Guajira, que con captura de CO2 y mediante un procedimiento, se puede usar ese carbón en la producción de hidrógeno azul, que es considerado ambientalmente amigable y que es objeto de los beneficios de la Ley 2099 sobre incentivos tributarios ambientales. Igualmente, están los pozos que tiene Colombia en la costa Caribe de gas, a partir de los cuales también se podrá producir hidrógeno azul. Otro elemento fundamental que hace que Colombia pueda aspirar a competir con Brasil y Chile es la combinación de dos mecanismos de incentivos muy importantes. Uno es el de las zonas francas y otro el de los beneficios ambientales, porque al combinar zonas francas que baja la tributación a un 20% del impuesto de renta, más la exoneración del arancel de IVA de los equipos necesarios para la producción de hidrógeno, esta combinación hará que estos usuarios no paguen más del 15% de renta mínima global previsto en la Ley 2077, nivelando así las posibilidades que tienen Brasil y Chile para proyectos medioambientales”.

Pese al empuje paisa y aunque son notorios los avances en vías 4G y desarrollos portuarios, en la actualidad se corre el riesgo de quedar desarticulados del resto del país. ¿Cómo lograr la integración a los proyectos nacionales desde Antioquia por la vía de nuevas iniciativas?

“Yo creo que el gran reto que tiene Antioquia no solamente es conectarse con Colombia, sino conectarse con el comercio internacional. Siempre hemos tenido una visión céntrica del desarrollo económico. El otro día me invitaban a la costa y yo pensé que iban a ver las oportunidades de la costa frente al comercio exterior y todos se comparaban de cómo llegar a Bogotá. Yo creo que hay una figura bíblica, Ruth que se convirtió en sal por mirar hacia atrás. Yo invitaría a que pensáramos en cómo conectarnos no con Colombia, si no con el mundo y es así como dos proyectos muy importantes permitirán a Antioquia conectarse con el mundo. Uno es Puerto Antioquia que va a permitir pasar de 2 millones a 7 millones de toneladas, de las cuales esa diferencia de 5 millones, ojalá la mitad sean productos de importación para exportación o de exportación, es decir materias primas que se transformen en Urabá para ser exportadas y no necesariamente tengan que trasladarse a otro sitio del territorio nacional. Y la segunda, el aeropuerto de Rionegro que con el crecimiento exponencial del comercio electrónico transfronterizo y la gran incidencia del comercio internacional que va por avión, y que hoy llega al 35% del valor del comercio internacional, sin duda conectarán Antioquia a través de los paquetes con el comercio exterior, siempre y cuando exista la oferta necesaria para cubrir esta demanda”.

¿En qué horizonte y con cuáles acciones se logrará qué Antioquia tenga unas exportaciones per cápita de US$2.175 dólares, que es el nivel latinoamericano?

“Creo que la aspiración de Antioquia no es solo nivelar los US$2.175 de per cápita latinoamericano, sino nivelar los US$3.000 per cápita mundial de exportaciones. Y para esto hay una única fórmula que es convertir a esta estrategia en una decisión de alta política regional. Mientras este objetivo no esté en la boca del gobernador de Antioquia, del alcalde de Medellín, de los alcaldes de Urabá y el de las poblaciones cercanas a Urabá, y de los mandatarios de los principales municipios que tengan vocación de internacionalización, el trabajo no habrá empezado”.

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