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EL TIEMPO analiza el resultado del cara a cara entre los candidatos a la Casa Blanca.
Este jueves, los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden y Donald Trump, se volvieron a subir a una misma tarima para el último de los debates televisivos antes de las elecciones presidenciales de este 3 de noviembre en Estados Unidos.
Nadie sabe a ciencia cierta quién ganó. Pero fue sin duda un ejercicio muy diferente a la pelea callejera que protagonizaron hace tres semanas en Cleveland, Ohio. Estas son cuatro de las conclusiones que han ido emergiendo.
El debate de este jueves entre Biden y Trump no pasará a la historia por su contenido o profundidad. Pero comparado con el que ambos sostuvieron hace tres semanas, en el que los gritos y las interrupciones se volvieron la noticia, tuvo diferencias del cielo a la tierra.
A lo largo de 90 minutos los estadounidenses, por primera vez, pudieron ver un intercambio de ideas frente a los temas que más le importan al país: el coronavirus, la inmigración, el cambio climático, la salud, la raza y la economía.
El formato que se utilizó en esta ocasión, en el que los rivales tuvieron dos minutos para plantear su posición sin interrupción bajo la amenaza de que sus micrófonos serían silenciados si no dejaban responder, ayudó bastante en el desenlace. Al igual que el desempeño de la moderadora Kristen Welker, de NBC, que no se dejó intimidar y le dio fluidez con duras preguntas para ambos.
Pero en gran parte el debate funcionó por que Trump se mantuvo bajo control y le bajó el tono a sus ataques. Una decisión quizá estratégica pues en el último intercambio en Cleveland fue muy criticado por su agresividad.
Como siempre en este tipo de formatos, responder a la pregunta de quién ganó depende de quién la conteste. De acuerdo con dos muestras instantáneas, de CNN y YouGov,fue Biden. Pero en otra de NBC, el triunfador terminó siendo Trump. Es decir, lo más probable es que fue un empate en el que los principales beneficiados fueron los estadounidenses.
Trump mejoró pero…
El presidente llegó a este último debate necesitado de un gran golpe para cambiar la dinámica de una carrera que, según las encuestas, va perdiendo y por bastante. Y se anotó varios.
El principal fue en términos de actitud, pues sus constantes salidas en falso de estas últimas semanas estaban ahuyentando a muchos electores que votaron por él hace cuatro años. En Tennessee apareció un Trump más disciplinado y coherente que quizá le dio una excusa a muchos de esos insatisfechos.
En varias ocasiones puso a Biden en aprietos y lo pintó como un político clásico que lleva cuatro décadas en el gobierno prometiendo cambios pero sin mucho que mostrar. Quizá el momento más contundente, y que le podría costar votos al exvicepresidente, fue cuando lo llevó a admitir que acabaría con la industria de los hidrocarburos.
Biden luego aclaró que su meta no es acabarlos sino suspender las ayudas federales para este sector y estimular fuentes de energía renovable. Pero para votantes en estados claves como Pennsylvania, donde todavía hay muchos empleos dependen de estas industrias, sus respuestas quizá sean interpretadas como una amenaza.
Y también fue efectivo al cuestionar el apoyo de Biden a una ley de los años 90 que endureció las penas por posesión de drogas y afectó de manera desproporcionada a los afroamericanos.
Pero la intervención de Trump también estuvo plagada de mentiras e información falsa. Le achacó a Biden palabras que eran de Hillary Clinton y continuó diciendo que el fin del coronavirus está a la vuelta de la esquina cuando las cifras de contagios y muertes en el país se han disparado y sus propios funcionarios dijeron esta semana que se viene la peor fase.
Volvió a decir que la economía que creó durante su gobierno es la mejor de la historia y que, salvo por Abraham Lincoln, nadie había hecho más por los afroamericanos que él. Y acusó a Biden de recibir millones en chantajes de Rusia y de tener muchas casas en el país, dos afirmaciones que no tienen asidero en la realidad.
Hubo otras más concretas, como cuando sostuvo que el 99 por ciento de las personas se recuperaban de coronavirus cuando la tasa en este momento indica que 2.6 por ciento de las personas que han dado positivo terminan muriendo.
Biden hizo lo mínimo pero quizá fue suficiente
Sin ser estelar, el exvicepresidente despejó dudas sobre sus capacidades cognitivas y se mantuvo articulado durante la mayor parte del intercambio. Algo importante pues desarma mucho de los ataques de Trump y su campaña sobre su edad y estado mental.
También se anotó puntos al traer a colación los 550 niños que fueron separados de sus padres en la frontera y que no han podido ser reunificados con sus familias. Una política implementada por Trump que a juicio de Biden «es criminal».
Y volvió a recordar que el presidente sigue sin mostrar sus declaraciones de impuestos y posee cuentas bancarias y negocios en China, a pesar de que acusa a este país de ser el origen de muchos de los problemas económicos de EE. UU.
Pero tuvo también momentos regulares. Hacia el final del debate se le vio cansado y en una ocasión miró su reloj, algo que se ve como un pecado mortal en este tipo de formatos, pues transmite afán.
En el fondo, la estrategia de Biden era no cometer errores que pudieran costarle su liderato ahora que solo faltan 11 días para las elecciones. Si lo logró es algo que está por verse.
Todavía faltan 11 días para las elecciones presidenciales. Y si bien cualquier cosa puede pasar en ese lapso, en el debate de este jueves no surgió nada lo suficientemente explosivo como para alterar la trayectoria de la carrera.
Por dos razones: La primera es que a estas alturas, y en un ambiente tan polarizado como el actual, son muy pocos los estadounidenses que aún no han tomado una decisión. Y la segunda es que más de un tercio del país (casi 50 millones de personas) ya depositó su voto de manera anticipada. Es decir, hay muy poco margen para cambios de última hora.
Fuente: El Tiempo