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Las relaciones bilaterales de Estados Unidos con ambos países pasan por el peor momento en años.
En menos de 100 días en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, –quien prometió dar un giro frente a la postura de su antecesor, el republicano Donald Trump,– ha endurecido su posición frente a Rusia y China, dejando claro que si bien está abierto al diálogo y a la cooperación su objetivo principal es recuperar el liderazgo mundial de su país.
Desde el comienzo de su mandato, el presidente demócrata ha hecho énfasis en que regresar a los espacios internacionales es una prioridad. Para demostrarlo se ha metido de frente en temas claves como la lucha contra el covid-19, el cambio climático o el desarme nuclear.
Y esta semana les ha plantado cara a Rusia y China, que este jueves le pidió a Estados Unidos “abandonar la mentalidad de Guerra Fría”.
Propios y extraños esperaban a que el primer encuentro de alto nivel que arrancó este jueves en Alaska, entre el secretario de Estado, Antony Blinken, y el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, con el principal diplomático chino, Yang Jiechi, y el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, y que continuará hoy sea el inicio para generar mayores acercamientos entre las dos principales economías del mundo.
Pero el acercamiento entre los diplomáticos terminó en un cruce de ataques.
Las relaciones entre las potencias se deterioraron de forma dramática durante la presidencia de Trump con colisiones en planos como el comercial, el diplomático o el tecnológico, y aunque Biden prometió otro enfoque, su Gobierno parece no tener prisa en poner fin del todo a sus conflictos con Pekín.
La Casa Blanca ha mantenido una retórica dura respecto a China, y Biden no solo no ha dado señales de querer mantener la guerra comercial, sino que ha pedido concentrar recursos en lo que describe como una “competición estratégica a largo plazo” con Pekín.
Además, Estados Unidos tanteó este jueves a China siendo “muy claro” al mostrar su posición en temas como el declive de las libertades en Hong Kong o los abusos a las minorías musulmanas en Xinjiang. Y mientras que Pekín busca reunir a los presidentes el próximo mes, lo cierto es que las autoridades del gigante asiático declararon que no harán concesiones en materia de soberanía y seguridad.
“China no hará ninguna concesión en temas referentes a su soberanía, seguridad e intereses”, dijo a la prensa el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, advirtiendo de que cualquier presión al respecto será “inútil”, por lo que el primer pulso diplomático entre Washington y Pekín podría dar pie a una posición más drástica de Estados Unidos.
Según expertos chinos citados este jueves por la prensa local, Pekín intentará disuadir a los estadounidenses para que rebajen el tono: “Tienen que ser más listos que Trump y entender que la confrontación no le trae nada bueno a Estados Unidos”, le dijo a el Global Times Lü Xiang, experto de la Academia China de Ciencias Sociales.
Por otra parte, que Biden renueve sus alianzas en Asia y en Europa preocupa al gigante asiático, puesto que daría oxígeno a un Washington al que percibieron en declive durante la era Trump. En ese sentido, analistas del diario South China Morning Post apuntan que China podría tomar represalias contra la Unión Europea (UE) si decide imponer sanciones a Pekín a cuenta de Xinjiang.
De otro lado, Moscú y Washington atraviesan una dura crisis, luego de las declaraciones de Biden sobre el presidente ruso, Vladimir Putin, al que tildó de “asesino” y que se une a la denuncia de Estados Unidos sobre la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales de 2016 y 2020, algo que Rusia ha negado.
De hecho, Putin se burló este jueves de Biden e insistió en que Rusia defenderá sus intereses frente a Washington.“El que lo dice lo es”, soltó Putin, sonriendo, según unas declaraciones a la televisión rusa. Desde su llegada a la Casa Blanca, Biden ha manifestado gran firmeza respecto al Kremlin, en contraste con la indulgencia que solía mostrar Trump, criticada por los demócratas y los propios republicanos.
Las relaciones entre Moscú y Washington y, en general, entre Rusia y los países occidentales, se han deteriorado desde hace años, a raíz de la anexión de Crimea, la guerra en Ucrania, el conflicto en Siria y el envenenamiento y posterior encarcelamiento del opositor ruso Alexéi Navalni.
Y este jueves, Estados Unidos le pidió a todas las empresas que participan en la construcción del gasoducto Nord Stream 2 que abandonen “inmediatamente” el proyecto, destinado a suministrar gas ruso a Alemania, manteniendo la misma postura que Trump, al tiempo que anunció extender las restricciones a las exportaciones de productos sensibles a Rusia.
Si las relaciones entre ambas potencias se degradaran aún más, la incipiente cooperación en casos de interés común podría verse amenazada. El ejemplo más claro, citado por Biden el miércoles, sería la prolongación del tratado de limitación de arsenales nucleares New Start, acordada a principios de este año.
Esta disputa podría sumir la relación entre ambos rivales geopolíticos en una nueva espiral de tensiones, a pesar de que ambas potencias habían expresado su voluntad de cooperar en casos de interés común como el programa nuclear iraní o la crisis climática.
Fuente: El Tiempo