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Lleva tiempo hablándose de la escasez de chips (semiconductores) a nivel global, prácticamente desde finales de 2020. Sin embargo es ahora cuando se está viendo su impacto real en la economía, tanto en las cadenas de producción como en los indicadores económicos, sobre todo los relacionados con la industria. La economía real empieza a palpar lo que supone un mundo en el que los chips avanzados son un bien escaso.
Este miércoles ha sido Samsung, uno de los principales productores de chips, quien se ha visto obligado a cambiar sus planes por la escasez de estos circuitos integrados que ellos mismos producen. No obstante, esta es solo la última de una serie de avisos que deben poner al mundo alerta, sobre todo ahora que comienza la recuperación económica.
Samsung ha sido la noticia visible de este miércoles (aunque no la única) al anunciar que corre peligro el lanzamiento del modelo Galaxy este año por la escasez de chips. Sin embargo, no ha sido el único anuncio que evidencia el grave problema que genera la falta de semiconductores. Algo más desapercibido ha pasado el mensaje de Honda Motor: dejará inactivas cinco fábricas entre EEUU y Canadá por la continua escasez de semiconductores. Hace unos días el anuncio de un parón fue de la fábrica de Volkswagen en Navarra, semanas atrás fue General Motors la que interrumpió su producción y a principios de febrero la alemana Daimler.
Pero más allá de todos estos nombres, lo más peligroso de todo es que estas noticias y decisiones están empezando a reflejarse en los indicadores económicos, que a la postre marcan la fuerza y la forma de la recuperación económica. Nuestro modelo económico está basado en la producción y el consumo, por lo que una interrupción en la fabricación de coches o de teléfonos móviles afecta directamente al dato de PIB. Cuantos menos bienes y servicios produzca un país o región, ceteris paribus, menor será su economía y, probablemente, su creación de empleo.
Este martes, la producción industrial de EEUU sorprendió a la baja. El indicador retrocedió con fuerza en febrero, en parte por el mal tiempo que interrumpieron las cadenas de suministro, pero también por la escasez de chips que limitó la producción de coches. Los fabricantes y los expertos en la materia aseguran que estos cuellos de botella se van a desatascar en las próximas semanas o meses a más tardar, pero lo cierto es que ya han robado una leve parte del crecimiento en un momento delicado.
En febrero la producción industrial de EEUU se contrajo un 2,2% intermensual, un dato que ha quedado muy por debajo de las expectativas del mercado, que esperaban un crecimiento del 0,3%. James Knightley, economista de ING, comenta en una nota que «esas expectativas parecían demasiado altas desde el principio dada la probable interrupción de la cadena de suministros por el mal clima invernal, la escasez de chips que afecta a la industria automotriz y el hecho de que el promedio de horas semanales trabajadas en el sector cayera de las 40,4 horas en enero a las 40,2 horas en febrero».
El experto de ING explica que el descenso en este sector estuvo «impulsada por una caída del 8,3% en la producción de vehículos de motor. Esto parece estar relacionado principalmente con la escasez global de chips semiconductores que se utilizan para cualquier cosa, desde sensores de freno hasta cámaras de estacionamiento y sistemas de entretenimiento». Este experto de ING, sin embargo, cre que el problema de la escasez de chips va a perdurar más tiempo de lo previsto, lo que restará algo de fuerza a la industria en los próximos meses, pero sin evitar la recuperación económica.
«Aún tenemos una demanda que es básicamente más alta que la oferta», aseguraba a los inversores el presidente ejecutivo Qualcomm, Cristiano Amon, durante la reunión anual de la compañía el miércoles pasado.
El mundo de los chips avanzados es un tanto complejo. Aunque no seamos conscientes de ello, todos los días estamos usando circuitos integrados o chips (semiconductores) que permiten el funcionamiento en millones de dispositivos: teléfonos, coches, equipos médicos, electrodomésticos… Esta industria está prosperando muy rápido y la oferta no logra seguir el ritmo de la demanda. Esta industria requiere de grandes dosis de inversión inicial para crecer, lo que limita su margen de producción cuando se producen shocks positivos no esperados en la demanda (como el del covid que ha disparado las compras de portátiles o dispositivos médicos, por ejemplo). Además, la producción de los chips más demandados se concentra en dos países relativamente pequeños.
Si bien las empresas estadounidenses lideran el mundo en el desarrollo y venta de semiconductores, representando entre el 45% y el 50% de la facturación global, la fabricación se ha trasladado a Asia lo suficiente como para que la posición comercial de Taiwán y Corea represente el 83% de la producción mundial de chips para procesadores y el 70% de la producción de chips de memoria. El liderazgo de la región continuará expandiéndose con la creciente intensidad técnica y de capital necesaria para la producción futura de semiconductores».
La situación puede agravarse con el tiempo por lo que algunos países están buscando alternativas para asegurar el suministro de chips. Según reveló la agencia Bloomberg, la UE estaría explorando cómo producir semiconductores con características de menos de 10 nanómetros (nm) y llegar a producir de forma eventual chips de 2 nanómetros (los semiconductores más avanzados).
El objetivo es reducir la dependencia de países como Taiwán a la hora de importar chips para alimentar los sistemas de redes 5G, vehículos sofisticados, computación de alto rendimiento y mucho más. Probablemente, el problema de los chips, ya sea de oferta, demanda o su control, acaba de empezar.
Fuente: elEconomista