Este viernes se hace efectivo el divorcio que termina una relación de 47 años. Empieza un periodo de transición con muchas tareas y poco tiempo.
El Reino Unido deja de ser uno de los 28 países miembro de la Unión Europea (UE) desde este viernes, un movimiento con el que pone fin a una relación de ‘amor-odio’ que ha durado 47 años, y marca de esta forma un capítulo clave en el proceso del Brexit, así como un cambio importante en el comercio y la geopolítica internacional.
Pero, frente a lo que se puede pensar, esta historia, que ha durado unos tres años y medio aún no termina. Según James Shields, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Warwick, “el Brexit como evento ya se ha acabado, pero el Brexit como proceso no ha hecho más que comenzar”.
Y es que aunque Reino Unido inicia febrero fuera del ‘club’ comunitario y sin el respaldo de los otros 27 países de la UE, también inicia de esta forma un periodo de transición en el que la nación seguirá atada al bloque.
Como explica Matthew Bevington, investigador de la iniciativa UK in a Changing Europe, “poco cambiará de inmediato. Hay un período de transición que se extiende hasta el 31 de diciembre de 2020, que en general mantiene el status quo. Sí habrá cambios en Bruselas, sobre todo porque el gobierno británico no tendrá presenta en las instituciones de la UE”.
Shields, en este sentido, agrega que “en este año, Gran Bretaña retendrá todos los beneficios de ser miembro del mercado interno y la unión aduanera de la UE, pero perderá su poder de toma de decisiones en esas instituciones”.
Es así como al menos durante el próximo año, el proceso del Brexit seguirá dando de qué hablar, pues será el tiempo en el que ambas partes deben decidir todo lo relacionado a cómo será su relación en el futuro. “El calendario es ajustado: la UE pretende iniciar la negociación en marzo, permitiendo que las conversaciones se centren en la prioridad de un acuerdo de libre comercio. Otros temas en la agenda incluirán la cooperación en la lucha contra el terrorismo, en defensa y en la preservación de los viajes y las conexiones, con algunas áreas de negociación difíciles como los derechos de pesca. Si no se garantiza ningún acuerdo comercial para diciembre, Reino Unido volverá a los términos de la Organización Mundial del Comercio, con aranceles sobre bienes y controles fronterizos. Esto sería efectivamente lo mismo que un Brexit sin acuerdo”, dice el profesor de la Universidad de Warwick.
Por supuesto, las perspectivas de los expertos afirman que ese calendario es demasiado ajustado para alcanzar un acuerdo en todos esos ámbitos. Como indica Geraint Johnes, profesor de economía de la Universidad de Lancaster, “en principio la fase de transición podría durar hasta el final de 2022, pero el Gobierno desea terminarla en 2020, lo que hace que el acuerdo comercial deba solucionarse en unos meses. El principal obstáculo es que Reino Unido no tiene una idea de lo que quiere: busca aplicar regulaciones diferentes a las de la UE, pero sabe que esto dañará el comercio en algunas industrias, mientras que si se alinea, que es la opción menos dañina, se podría pensar que no sería un verdadero Brexit”.
CONSECUENCIAS ECONÓMICAS
El Brexit ha sido denominado por muchos, entre ellos Johnes, de la Universidad de Lancaster, como “un error de proporciones históricas”.
Y, desde luego, el aspecto económico puede ser uno de los que más se ajusten a eso. El crecimiento económico de Reino Unido se desaceleró al 1,4% en 2018 desde el 1,8% en el 2017, según las estimaciones gubernamentales, un dato que podría ser de 1,3% en el 2019 y de 1,2% en el 2020. Asimismo, la libra esterlina ha presentado pérdidas en los últimos años y algunos analistas apuntan a que se podría llegar incluso a una recesión.
Tim Bale, profesor de ciencias políticas en la Universidad Queen Mary de Londres, afirma que “lo que suceda después depende de las negociaciones. Si estamos decididos a negociar solo un acuerdo comercial minimalista, o si no logramos nada, podría haber una grave dislocación económica a corto plazo. A medio y largo plazo, ningún pronosticador serio ve nada más que un crecimiento más lento. Eso pondrá los ingresos fiscales y los servicios públicos bajo presión”.
Por su parte, Stephen Chan, profesor de políticas y estudios internacionales en el centro Soas de la Universidad de Londres, resalta que “seguramente los precios de los alimentos subirán, los tipos de cambio se volverán contra la libra esterlina y existe la posibilidad de una recesión antes del final del primer mandato de Boris Johnson como primer ministro.
Para aquellas personas que votaron Brexit por la xenofobia, habrá tantos extranjeros como antes, pues la globalización no puede ser revertida. Y para aquellas regiones que esperaban algún tipo de dividendo económico, muchas de ellas serán las más afectadas debido a que la inversión en lo que se denominará ‘puntos negros’ económicos se agota. Gran Bretaña pagará el precio por décadas de baja inversión en educación y capacitación en industrias electrónicas y de alta tecnología. Pero lo más importante, Escocia buscará forzar su propia salida. Gran Bretaña se reducirá en más de un sentido”.
Eso sí, la UE también notará el impacto, pues junto con la desaceleración en la que se encuentra, pues la zona euro crecería a tan solo el 1,1% en 2019, la salida de Reino Unido dejará un agujero en el presupuesto comunitario de unos US$12.000 millones.
Es por todo esto que los expertos afirman que lo más sensato para Reino Unido de estas negociaciones es lograr un buen acuerdo con la UE, región a la que destinan prácticamente el 50% de sus exportaciones, pues otra solución podría ser dañina para el país. “Todos esperan que podamos llevarnos bien: tenemos mucho en común, económica, diplomática y culturalmente. Mientras ambas partes negocien de buena fe este año, este divorcio podría terminar siendo amigable. Si no lo hacen, y el Reino Unido se vuelve hacia los Estados Unidos de Trump y tal vez incluso a China en una búsqueda desesperada de éxito económico, entonces las cosas podrían ponerse difíciles”, aseguró Bale, de la Universidad de Queen Mary.
UN LARGO CAMINO
Más allá de lo que pasará en los próximos meses durante el periodo de transición, lo que es cierto es que hoy termina un largo ciclo durante el cual han tenido protagonismo tres primeros ministros de Reino Unido, dos elecciones generales en el país, así como dos cúpulas de la Unión Europea.
Esta historia inició cuando en febrero de 2016, el entonces primer ministro, David Cameron, decidió convocar un referéndum para preguntar a la ciudadanía sobre la permanencia en la UE. Más tarde, el 23 de junio de ese año se celebró la consulta, en la cual se decidió el divorcio de la UE, lo que provocó a su ver la renuncia de Cameron.
Ya con Theresa May al frente del timón británico, fue en marzo de 2017 cuando el gobierno de Reino Unido decidió invocar el conocido como ‘Artículo 50’, el cual daba inicio al proceso del Brexit.
Desde entonces dio inicio un camino en el que May tuvo que enfrentar dos mociones de censura, unas elecciones en las que perdió influencia en el Parlamento y varios rechazos del acuerdo que alcanzó con la UE, lo que finalmente llevó a su renuncia.
Ya con Boris Johnson como primer ministro, después de unos meses la situación se enderezó para los euroescépticos, y el mandatario logró un nuevo acuerdo con Bruselas, recuperó la mayoría absoluta en la Cámara y, finalmente, hizo posible que, a finales de diciembre, el Parlamento diera su visto bueno al pacto.
“Ha habido muchos momentos clave en la larga saga del Brexit, pero quisiera señalar tres en particular: primero, la decisión de May en abril de 2017, de convocar elecciones generales anticipadas que le costaron su mayoría parlamentaria y la convirtieron en rehén. Segundo, el error de cálculo de los partidos de la oposición al no unirse para tratar de derrocar al gobierno de Johnson y, tercero, la rotunda victoria del primer ministro Johnson en esa elección, que le dio a su ala pro-Brexit del partido conservador la mayoría necesaria para garantizar la salida del Reino Unido de la UE de hoy. Esta secuencia de eventos eliminó cualquier posibilidad de un ‘voto popular’ para aprobar o rechazar el acuerdo de retirada”, señala James Shields.
Precisamente, la idea de un segundo referéndum cobró mucha fuerza el año pasado. Según los cálculos de los defensores de permanecer en la UE, en comparación con 2016, durante este tiempo se demostró que muchas de las promesas de la campaña del Brexit no eran realistas, al tiempo que los temores económicos, entre otros aspectos, podrían nivelar la balanza a favor un voto negativo al divorcio en otra votación.
Sin embargo, como apuntan los expertos, algunos aspectos como el control de las fronteras y de la inmigración o la libertad económica y comercial que prometió el Gobierno siguen cosechando un gran apoyo entre los ciudadanos británicos, lo que hizo que Johnson lograra la mayoría absoluta en los últimos comicios, los cuales se habían presentado prácticamente como un nuevo referéndum del Brexit.
Sumado a esto, en los últimos tres años y medios, el Brexit ha sido una de las principales fuentes de incertidumbre mundial, además de nacional. Como asevera Bevington, “lo más notable es cómo el Brexit ha transformado el debate político en Reino Unido. Antes, los conservadores se centraron casi por completo en reducir la deuda pública y el déficit fiscal, y en reducir la participación del gobierno en la economía. Desde el referéndum, estos han estado mucho más dispuestos a intervenir”.
¿POSIBLE VUELTA?
El miércoles, cuando los diputados británicos se despidieron del Europarlamento, muchas de las voces de ambos lados hicieron llamamientos a un posible regreso en el futuro. Sobre este asunto, Shields destaca que “¡Todo es posible! El Reino Unido podría unirse a la UE en algún momento futuro, si hubiera voluntad política en ambos lados. Pero sería un largo proceso administrativo y legal, y parece que hay pocas posibilidades de reincorporarse a las condiciones privilegiadas y las opciones de exclusión que disfrutaba el Reino Unido anteriormente.
La UE es una organización legalista sujeta a sus tratados y normas, y realmente el país no pudo obtener mayores concesiones en los 47 años como miembro poderoso. Las actitudes hacia delante en la UE dependerían de cómo se comporte el Reino Unido en las negociaciones, cómo trata a los ciudadanos de la UE, y cómo da forma a sus regímenes sociales, ambientales y laborales”.
¿COLOMBIA SUFRIRÁ ALGÚN IMPACTO?
Dada la relevancia que tiene el Brexit para la economía mundial, una de las grandes preguntas que se han hecho en Colombia es si tendrá algún tipo de efecto en Colombia.
En este sentido, de acuerdo con el Ministerio de Comercio, “desde mayo del año pasado, y con el objetivo de preservar este mercado que representa cerca de US$430 millones de dólares anuales, Colombia y el Reino decidieron firmar un acuerdo comercial para garantizar que se mantengan las condiciones de integración, acceso y relacionamiento que hoy se tienen con ese mercado, en el marco del TLC que Colombia tiene vigente con la Unión Europea”.
Por su lado, Javier Díaz, presidente de Analdex, apunta a esa dirección. “Colombia ya negoció un acuerdo comercial con Reino Unido para sustituir el que se tiene en el marco de la UE. En ese sentido considero que no se deberían presentar mayores inconvenientes”.
Las exportaciones al Reino Unido alcanzaron los US$421 millones en 2018, lo cual significó un crecimiento de 4,4%, frente al 2017. Las ventas colombianas totales entre enero y noviembre de 2019 alcanzaron US$ 434,5 millones, lo cual significó un crecimiento de 9,3% respecto del año anterior. De estas, las no minero energéticas llegaron a US$305,3 millones registrando, un 8,9% de crecimiento.
Reino Unido es el tercer mayor inversionista en Colombia detrás de Estados Unidos y Panamá, con una inversión acumulada desde 2002 por más de US$20.000 millones, El 8,6% de lo que se le vende a la UE, va a Reino Unido.
Fuente: Portafolio